Desazón, resentimiento, tristeza. Ganas de llorar, querer hacer algo y no tener, literalmente, fuerzas para hacerlo. Y luego, arrepentimiento tras el momento y la oportunidad perdida.
¿Sabes quién eres? Una cosa es cambiar, y otra sentirte ajeno a tu vida.
Sientes como hay una pared entre el mundo y tú, el cual él lleva un ritmo desenfrenado y tú permaneces bloqueado.
«¿Cómo estás? Bien». Dicen por ahí que hacer es pregunta y parecer que te importa es malo. Y no, malo no es. Se llama educación. Tú no estás en el centro de nada, no lo vas a estar, eres un simple y diminuto átomo en ese universo. No todos harán por ti lo que tú harías por ellos, ni mucho menos te quieren.
Siempre has creído que con una sonrisa podrías alegrar a la otra persona, que un abrazo lo mejoraría todo, ¿pero y para ti?
Hay oscuridad, negrura y vacío. Silencio. Fuera hay risas y ganas de vivir, amor y fuerza. ¿Cómo has podido llegar hasta ahí, tan bajo? Y llega la famosa frase: «Con lo que tú eras» y efectivamente, ya nunca volverás a ser porque no te interesa. Prefieres y te has acomodado allí, en esa sensación que tanto conoces.
Desazón, tristeza, tiempo perdido, momentos pasados y miedo.